Las dos preguntas clave

Hace unos días que doy vueltas a muchos conceptos que tienen que ver con la búsqueda de El Elemento, nuestra pasión, lo que nos mueve, y se nos da bien, en lo que somos buenos. Buenos de verdad. Buenos que te cagas. Buenos que rebuenos.
Hace días que doy vueltas a la gestión del cambio, y la del tiempo, y la de las personas, y…la cabeza me hierve!
Hace días que preparo cursos, y talleres, y charlas. Las escribo. Las mejoro. Las doy. Les doy una vuelta. Y dos. Y tres. Y depués de todo, me doy cuenta que, muchas veces, en nuestra vida, lo que hacemos es seguir en nuestro paradigma y tratamos de reordenarlo y / o justificarlo…
Como dice David Bohm…Muchos creemos estar pensando, cuando lo único que hacemos es reordenar nuestros prejuicios.
Hace muchos días. Bueno, tal vez algunos días. Poquitos. Que me viene a la cabeza que estamos en un momento del tiempo donde ya no debemos reordenar más paradigmas, y sí romper algunos.
¿Qué pasaría si el primer paradigma que rompiéramos fuese nuestra manera de percibir la realidad? ¿Qué pasaría si actualizáramos nuestro mapa?
Porqué no podemos hacerlo?
Es muy posible que el ejemplo que seguíamos desde que éramos pequeñitos ya no sea válido. Y aquí pongo la sociedad, la cultura, el modelo de educación, los sistemas de aprendizaje, la organización de los recursos y un largo etcétera. ¿Qué pasaría si cada uno de nosotros asumiera el compromiso de cambiar un pequeño paradigma personal, para ser un poquito mejores, y cuando digo mejores quiero decir más felices, nosotros y los que nos rodean?
Porqué no?
Levantémonos, repensemos (de verdad) y vamos a encontrar nuestro lugar en el mundo, y así dejaremos un lugar vacío, el que ocupábamos, sin ganas, para que lo ocupe otra persona.
Porqué no?

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